Reencontrarme con cada uno de ellos es como celebrar una fiesta. Me cuesta infinitamente parar y cuadrar horarios con ellos pero siempre, siempre vale la pena. Esta vez quedamos en un muro que no conocía, esperé a quien siempre se hace esperar y desayuné en Ca de una Cristina que no supe quién era. Y me encantó poder desayunar en dos horas y explicar tres veces lo mismo. Y escuchar sobre pacientes y sobre bebés, y alegrarme de estar rodeada de cada uno de vosotros.
Gracias por una mañana de sábado llena de luz.
Al llegar a casa casi olía a leña. Las nubes ya cubrían el sol de primavera de la mañana, pero nos abrigamos y disfrutamos de una comida al aire libre. Las chicas, como siempre, estuvieron dispuestas a retratarse.
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