Hacía semanas que esperábamos una llamada. LA llamada. Estábamos nerviosos, ansiosos. Todo había sido demasiado difícil hasta el momento. Y de pronto ocurrió. Y fue como un milagro. Nos llamaron y supimos que nuestro sueño se iba a cumplir. Que Dios lo había dispuesto todo hasta el momento. Y que el 7 de marzo no lo vamos a olvidar en la vida.
Ah, y la cena en el Taggliatella de después para celebrarlo, tampoco :-)
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